Todos sabemos lo que puede rendir Alianza Lima. Parafraseando al entrenador-poeta Roberto Mosquera, Guillermo Salas no encontró nunca cómo regar el jardín emocional de nuestro máximo representante e ícono del ‘chocolate’ futbolero.
Cinco meses después de su debut, en lo que los libros de historia podrían catalogar como la pretemporada más larga en el fútbol peruano, el rendimiento de Cueva ya puede considerarse tan discreto como en su última temporada con el Al Fateh o lo hecho en el Yeni Malatyaspor. Eso sí, en Pachuca y Santos le fue peor, aunque en Krasnodar le fue igual de mal. Claro, este 2023 al menos ya ha jugado en Alianza Lima más minutos que cuando vistió la blanquiazul en 2015, aunque aquél año estuvo mucho menos tiempo porque terminaría fichando por el Toluca.
La intermitencia del genio, podría ser el titular de un sesudo análisis cuya conclusión ponga en evidencia la trabada ruta de Christian Cueva a nivel de clubes.
Guillermo Salas, que hizo mejores números y derribó récords que ningún vanagloriado extranjero pudo en muchos años como entrenador Alianza Lima, padeció la furia del astro intermitente. Entre tantos errores y horrores maquillados por el resultado, al exlateral noventero, apodado ‘Chicho’ y antes ‘Memo’; no le alcanzó la suerte -ni tampoco la destreza- para encontrar aquella fórmula que convierta a Cueva en una solución y no en un problema.
Mauricio Larriera, el nuevo entrenador blanquiazul, tiene cinco meses para lograr lo que Guillermo Salas no pudo en (oh, coincidencia) cinco meses: hacer brillar a Cueva. Eso, si corre el riesgo de renovarle al mediocampista hasta diciembre. Por lo pronto, el uruguayo ha optado por ser cauto y en su presentación ha dicho que se tomará su tiempo (que no es mucho) para evaluar qué hacer con ‘Aladino’.
También ha dicho que una de sus premisas será optimizar los recursos para tentar el tricampeonato. Entiéndase esto por maximizar los rendimientos, algo que le costó mucho a Salas, quien padeció de picos individuales muy arriba y muy abajo de sus figuras. Luego habló del “proyecto deportivo”, que lo convenció y que lo sedujo para dirigir Alianza Lima. Curioso, teniendo en cuenta que su “proyecto” caduca -en un primer paso- en cinco meses. Qué proyecto puede edificarse en menos de un semestre más que el de ganar -como se pueda- para conseguir el título y así, el tricampeonato. Quizá la primera piedra, la decisiva, de ese proyecto tenga que ver por decidir si el ladrillo más pesado, dígase Cueva, será la base o no este nuevo castillo de la ilusión.

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