:quality(75)/author-service-images-prod-us-east-1.publishing.aws.arc.pub/elcomercio/cb1d2f42-d5b6-4aad-bbcb-edea6fe644b8.png "Foto de José Antonio Bragayrac")
Diez bajas después, Christian Cueva, Alianza Lima sigue en la pelea.
-¿Por qué pese a Cueva?
Como en anteriores partidos, en Cusco, Cueva habla más de lo que juega. Su intermitencia lo delata. Se cansa rápido y aunque tiene la idea, echarla a andar -en la mayoría de ocasiones- se le hace difícil. Aún así, le hace falta apenas una o dos jugadas en las que acierte para marcar la diferencia. Pero cinco meses después no ha hecho más mérito que dejarnos buenos recuerdos y alta expectativa.
Su sacrificio es innegable. Lo que se pone en tela de juicio es el rendimiento. Uno que no alcanza, todavía, para el apellido que lleva. ¿A qué jugador se le espera tanto tiempo?
El resto es mérito de Larriera. Buen de la austeridad y acertado en un duelo en el que no podía equivocarse más de la cuenta. Lo curioso es que ayer en Cusco, salvo Gabriel Costa, el cuadro de La Victoria no alineó a ninguno de sus refuerzos 2023. Todos lesionados. Diez lesionados en un momento del año en que se definen campeonatos.
Por eso Larriera debe jugar a las matemáticas. Lejano ya el Clausura, el objetivo es disputar la final nacional. Para ello restan cinco partidos. Y en ese trayecto, esperar que el hospital que hoy anida en el cuadro blanquiazul vaya dando altas continuas.
Es en este escenario que el punto en Cusco es valioso. Aunque mantiene el problema, no lo agudiza. Y eso, pensando en llegar a la final, ya es un alivio.
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