“Nadie los citó aquí. Hay que darle nivel a la selección”. Esa frase de selección peruana o desde sus tiempos como técnico de clubes del campeonato local. Es difícil saber cuándo empezó, pero estemos seguros de que sucedió. Y ahora, tras decir lo que dijo, fue como un déjà vu, una especie de remembranza al Reynoso de siempre, un calco de esa imagen antipática que el propio Juan juró haber dejado atrás.
Encontrar el origen de esa relación especial entre Reynoso y la prensa nos obliga a retroceder el tiempo. Quizá inició después del partido contra Chile, en Santiago, por las Eliminatorias a Francia 1998, cuando la selección recibió cuatro goles y se despidió del Mundial. Las críticas apuntaron a Reynoso, el capitán de ese equipo, y una supuesta falta de carácter para reaccionar a lo que ocurría en el campo. ¿Tuvo miedo? Tal vez, pero la cosa no quedó allí. Poco después, en la Copa América 1999, Reynoso falló un penal en la definición contra México por el pase a la semifinal y tampoco lo perdonaron. Recibió una ola de cuestionamientos que terminaron hartándolo y alimentando aún más esa disonancia con la prensa. Y lo que sucedió en el 2000, cuando fue borrado por Francisco Maturana de la bicolor, fue la gota que derramó el vaso. ¿Por qué? Pues, porque la “leyenda urbana” decía que esa decisión fue dirigencial y no técnica. No lo querían en la Videna por su actitud confrontacional. O al menos eso es lo que señalaban los diarios de la época.
Lo que vino después ya son una serie de sucesos contados y protagonizados por Reynoso contra la prensa. Cuando fue técnico de la ‘U’, en 2009, era casi una regla que los periodistas se ubiquen a cuatro metros de él. No hablaba con nadie, no daba explicaciones y el trato con los medios de comunicación era frío y lejano. En su momento tuvo un cruce de palabras con el periodista Alan Diez, a quien llamó “payaso” y el video se puede ver por YouTube. También ocurrió algo similar con Pedro García, en el 2015, cuando fue DT de Melgar y a quien le dijo que no lo tocara casi a los gritos. Y no solo con ambos, porque -seguramente- cada periodista deportivo tiene una anécdota que contar sobre él.
Por eso, al decir lo que dijo en el aeropuerto, Reynoso tocó una herida que no ha terminado de cicatrizar. Sobre todo, porque en agosto pasado, cuando asumió como entrenador de la selección, afirmó que su mala relación con la prensa era una “leyenda urbana” y que iba a respetar su forma de trabajar. Han pasado casi diez meses desde entonces y su primer roce con el periodismo ya tuvo lugar. Sus palabras pueden parecer acertadas para algunos y desafortunadas para otros, pero hay una cuestión que es bastante clara: Juan habló desde el fastidio y el hartazgo de siempre. Pudo responder cortante, tomar un tiempo más de respiro o apelar al silencio, como en anteriores ocasiones lo hizo; pero decidió reaccionar y allí perdió. Pudo decir otra cosa y también darle ese nivel que exige de la prensa a la selección.
“Hoy, en la madurez, encontré los matices”, sostuvo Reynoso. Y lo ha venido demostrando durante su etapa como entrenador de la bicolor. Se le nota más expresivo, con un rostro ilusionado, optimista por disputar las Eliminatorias y disfrutando del mejor momento de su carrera. No obstante, cuando hay un ambiente de tensión como lo ocurrido tras la estrepitosa caída (4-1) ante Japón, esa madurez de la que habla también debe aflorar. Ojo que los cuatro primeros partidos de la bicolor son ante Paraguay, Brasil, Chile y Argentina, y el panorama pinta complicado. También es cierto que Juan no tiene la espalda que en su momento tuvo Gareca y necesitará, ante una situación adversa, del apoyo dirigencial para sostener su proceso. Reynoso ya está en otra etapa, y ese carácter explosivo es volátil debería ser cosa del pasado.

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